Viola

Manuela Tiburtini

VIOLA LIBRE

«Viola», me llaman. Yo no contesto.

«¿Viola?»

Aún recuerdo el día en el que, de pequeños, la maestra nos pidió nombrar a personajes que habíamos estudiado, personajes con los que compartíamos el nombre.

Entre los niños, entusiastas, había Felipe “el Hermoso”, Alfonso “el Sabio”, Rodrigo “el Cid y entre las niñas, entusiastas e ingenuas, había Juana “la Loca”, Florinda “la Cava”, Eva “la Tentadora.

¿Y yo?

Yo no encajaba. Yo simplemente era una flor.

Viola.

Un nombre, dos sílabas, cinco letras.

Bonito, ¿no?

Mi madre siempre decía que lo había elegido porque le recordaba a la primavera, su estación preferida y – justo como la de la viola- mi vida también había florecido a finales de otoño.

Viola.

Un nombre, dos sílabas, nueve meses de espera.

Mi padre me quiso mucho, pero nunca tuvimos una relación tan estrecha como la que tenía con mis hermanos. Me vio nacer y crecer, sin tener expectativas demasiado altas.

Viola.

Un nombre, dos sílabas, el brote más débil del árbol genealógico.

Mis hermanos siempre fueron mis mejores amigos.

Viola.

Un nombre, dos sílabas, otra flor en el jardín de casa.

Pero ya hace mucho que no los veo.

Ya hace mucho que no soy Viola, ni Vi, ni Vivi, ni Violeta.

A los dieciocho años me fui de casa para ir a la universidad, encontré trabajo y a los veinticinco me casé.

Él era el hombre de mi vida.

¿Y yo?

Yo no encajaba. Yo simplemente era su mujer.

Tuvimos dos hijos y, como los niños tienen mucha fantasía, para ellos ya no era “Viola” sino “mamá girasol” porque siempre me levantaba al amanecer, les preparaba el desayuno y cuidaba de ellos hasta que les daba las buenas noches.

Con el paso del tiempo el jardín de nuestro hogar se convirtió en invernadero y él no tenía pulgar verde.

Ahora soy mujer, ahora soy madre.

Me falta el aire, pierdo color.

Me echan tierra, pero ¿por qué no me echan agua?

¡Ayuda! ¡Yo no soy cactus, soy Viola!

Ya no me escuchan. Ya no hablo.

Ya no me llaman “Viola” sino “violada”.

Un adjetivo, tres sílabas, siete letras.

Yo no contesto.

“Libre”

Un adjetivo, dos sílabas, cinco letras».

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